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lunes, 29 de marzo de 2010

La Agonía de la Educación Peruana.

Hoy he sido testigo de algo realmente sorprendente. Hasta ahora no puedo creer lo que he escuchado durante casi veinte minutos. Es increíble, al menos para mí.

Hace ya unos seis años que he salido del colegio. He estudiado en tres colegios distintos, dos estatales y uno parroquial y hasta ahora no sé decir cuál de los tres ha sido el peor.

De mi primer colegio tengo a penas unos vaguísimos recuerdos, el José Granda, en San Martín de Porres. Es un enorme colegio estatal al cual no sé bien por qué, pero le guardo mucho cariño, creo que es porque es el que menos recuerdo y del que menos cosas feas puedo hablar. En fin, al menos tiene cierto prestigio, y en su favor se debe decir que es muy difícil dominar un colegio tan grande y bueno, del José Granda no puedo hablar tan mal porque sería tonto de mi parte hablar de algo que no recuerdo. Además, todos mis hermanos han estudiado allí, y en verdad que todos han sido muy inteligentes y lo siguen siendo, conocen mucho y me parece que en gran parte es gracias a este colegio, así que bueno, sus virtudes debe tener. Aquí viví mis primeros dos años de estudio.

En mi segundo colegio sí fue una terrible, horrorosa, catastrófica experiencia estar y es quizás el peor colegio en el cual he podido estar. Su nombre: "Los Pinos", en Puente Piedra.

Recuerdo que más parecía un colegio militar que uno estatal, en donde se tenía que llevar el cabello con no más de cuatro centímetros de largo. Recuerdo que una vez inclusive me cortaron en cabello tanto como fue posible por llevarlo ligeramente largo. Me sentí realmente humillado ese día que hasta ahora no puedo olvidar. Además recuerdo que nos golpeaban cada vez que hacíamos "algo mal" (cabe resaltar que hacer "algo mal" era, en muchas ocasiones, simplemente dar una opinión contraria a lo que el director o algún profesor decía). En este colegio también trataban de meternos a la fuerza una mentalidad raramente nacionalista, en donde debíamos hacer danzas de la sierra o selva, rara vez de la costa, y si no lo hacíamos ya se imaginarán qué pasaba.

Recuerdo también que la ignorancia de los profesores era tremenda. Por citar un ejemplo, diré una vez que había una actuación en donde fue libre el tema, y un grupo de mis amigas decidió bailar una canción en inglés, que ahora no recuerdo el título, pero que parecía en determinado momento dice: "Oh mariguana" ( jaja ), creo que se imaginarán qué canción es, y escuché decir a una profesora que comentaba a otra:"cómo pueden bailar algo en donde se habla de la mariguana". Por Dios... qué vergüenza, hasta ahora me da pena escribirlo, pero hasta yo en mi mentalidad infantil sabía que sólo era un parecido, una sola coincidencia tan evidente que no se refería a la mariguana.Qué vergüenza en verdad! "por qué mejor no se bailan un huainito", concluyó la iluminada maestra. Y lo peor es que yo esperaba alguna risa para aunque sea creer que bromeaba, pero no fue así.

La mayoría de mis profesores eran de origen andino y traían consigo la mala costumbre de querer inculcarnos temas que son de su tierra. Querían volvernos como ellos. Por suerte, conmigo no pudieron.

Creo que fue en este colegio en donde empecé a perder el amor por estudiar, y a perder la confianza por los profesores. Antes de Los Pinos, yo era un gran estudiante, seguía los pasos de mis demás hermanos que siempre sacaban los primeros puestos, y así fui hasta el quinto grado de primaria, año en donde, por primera vez en mi vida, no llegué ni al quinto puesto.

Y definitivamente hay mucho más que decir de este colegio. Esto de ahora es simplemente lo que se me viene a la mente en este momento.

En este colegio hice 3ro, 4to, 5to y 6to año de primaria, cuatro años de mi vida en donde lo mejor que ha hecho este colegio, es sembrar en mí un odio por la pésima educación que tenemos y a querer hacer algo para cambiarlo.

En este colegio también empecé a sentir una extraña sensación de miedo hacia los indígenas, pero no miedo de que piense que me pueden hacer daño físico o cosas violentas, sino un miedo a que ellos puedan tomar el poder. Me parece que son, en muchas ocasiones, muy extremistas y son poco estables. No digo que todos definitivamente. Tampoco digo que me he vuelto racista ni nada por el estilo, al contrario, tengo un par amigos con orígenes más indígenas que los míos a quienes aprecio. Creo que más que a los idígenas mismos, tengo temor de su manera de pensar, no me gustaría, repito, que alguien con este pensamiento tomara el poder del Estado peruano, por ejemplo.

Bueno, regresando al tema, mi tercer colegio fue uno parroquial: "Fe y Alegría". Después de haber estado en Los Pinos pensé que nada podía ser peor, y por suerte, "Fe y Alegría" hizo que no me equivocara, al menos en mi vida personal.

Era el "Fe y Alegría" Nro 12. En este colegio encontré algunas cosas más interesantes que en colegio anterior. Para empezar, la infraestructura era interesante. Era un colegio grande, espacioso, con pequeñas pero significativas áreas verdes y con menos influencias indígenas. También en este colegio por primera vez conocí oficialmente el idioma inglés, no fue precisamente el mejor pero supongo que para no haber tenido nunca, estuvo bien. Otra cosa que puedo rescatar del colegio era que habían, por primera vez en mi vida, profesores interesantes. No voy a describir nombres para que el resto no se sienta mal porque les guardo cierto aprecio aún aunque quizás ni se acuerden de mí. Tampoco digo que eran los mejores profesores del mundo, pero a comparación de lo que tuve antes pues, eran bastante mejores, creo que todos eran bastante mejores. Una cosa interesante fue que por primera vez en mi vida conocí la vida política. Teníamos oportunidad de tener algo de poder y de poder decidir ciertas cosas. O al menos tener derecho a opinión, cosa que no teníamos en "Los Pinos". Lastimosamente esto no fue sino hasta el cuarto grado de secundaria, en donde empecé a tener, por fin nuevamente, ganas de tener una vida escolar, porque hasta entonces, seguía con la secuela de decepción y pereza por el estudio que me dejó "Los Pinos". Más estudiaba por mi cuenta lo que me interesaba. Empezaba a comerme libros enteros que iban fuera de la currícula escolar por mí mismo para sentir que en verdad aprendía, y cuando retomé el interés por el estudio escolar, ya era demasiado tarde, todo lo que no aprendí en los primeros años de secundaria ya no podía recuperarlos tan rápido en los dos últimos. Por eso creo que nunca llegué a resaltar en la secundaria, bueno, quizás sí en lengua y literatura y en inglés, que era en lo que menos me esforzaba. Había una sensación rara conmigo porque a pesar que mis notas no eran precisamente las más elevadas, la mayoría pensaba que yo sabía mucho y que por lo menos, tenía una manera de pensar que me ponía a la altura de los más inteligentes en el salón. Puedo recordar un caso en donde nos hicieron una pregunta en donde se necesitaba pensar muchísimo y alguien dijo por ahí: "Pero que Edith ni Díaz (yo), participen". Edith es, sin dudas, la mejor alumna que estuvo en nuestro salón.

Pero claro, tenía que haber algo que hiciera que piense que no fue del todo el mejor colegio. Pasaba lo que pasaba en el resto de colegios. Los días lunes y viernes había esta formación que tanto odiaba y que creo que en realidad todos odíabamos. Y a veces eran tan largas que se perdía toda la primera clase. En donde se hablaban muchas veces de cosas sin importancia, en donde nos hacían rezar y otras cosas que nos hace perder el tiempo. Claro, ok, era un colegio católico dirigido por una Madre pero bueno... parecía que no tenían en cuenta que vivimos en una ciudad en donde el calor es insoportable durante los primeros meses del año al menos. Hay sol hasta mayo normalmente y nos hacían formar bajo todo este sol, transpirando a horrores, en donde en vez de rezar, al menos yo, renegaba con Dios por permitir que pasara esto. También recuerdo que hablaban sobre las fechas cívicas y no sé qué tanta cosa más que igual no escuchábamos porque más pensábamos en el calor o frío, según sea el caso, que en otra cosa. Y esto pasa en la mayoría o todos los colegios estatales y quizás algunos particulares. Que juran que prestamos siempre atención. Es que no se dan cuenta que son horas perdidas? son decenas y quizás centenas de horas perdidas durante el año que se podrían aprovechar de otro modo. Acaso el Estado no se da cuenta? deberían hacer algo al respecto. Y todo este tema nació a que hoy, después de mucho tiempo estaba en mi departamento sin dormir a después de las ocho y escuché que hacían la formación en un colegio que hay al frente de donde vivo.

Escuché el tradicional: "Distancia, firmes, descanso, atención!", como si fuera un colegio militar. Creo que el Estado y los profesores y quienes dirigen la educación aún piensan que esto hace que los alumnos sean estrictos y rígidos... durante cuánto tiempo lo hemos hecho y de cuánto ha servido? y fíjense, dudo mucho que los mejores colegios del país hagan esto y sus alumnos, al menos en estos últimos 50 años, están ocupando puestos importantes y viven tranquilamente, son profesionales, tienen una linda familia con dos hijos que son engreídos, sí, pero que igual tendrán la misma buena educación y en algún momento serán hombres de bien. En cambio, cuál es el típico final de un estudiante de un colegio tan malo? está manejando una mototaxi en barrios populares.

O sea, no digo que no habrán alumnos de los colegios estatales que resalten. Pero no todos son superdotados y se debe pensar en la mayoría. No todos tienen un hogar bien formado y con los valores suficientes como para hacer caso a todo lo que se dice en el colegio, y que hagan las tareas sin decirles nada. Recordemos que se vive en la pobreza aún y esta pobreza, si bien se está reduciendo, sigue produciendo más pobreza y seguirá produciendo más pobreza hasta que se hagan cosas más importantes por la educación.

Soy agnóstico, pero al margen de eso, creo que es poco inteligente perder el tiempo en las mañanas rezando en lo que deberían ser horas de clase, si quieren que recen al despertarse en su casa, pero en el colegio no, y esto lo pensaba aún antes de ser agnóstico. Y así como esto, hay muchas cosas más en las cuales se pierden tiempo. Y porque escuché hoy muy temprano después de algún tiempo el himno nacional de voces infantiles cansadas ya por el calor y al aburrimiento, he escrito esta pequeña opinión.

No olvidemos que: "Mientras menos fuerte es el grito del herido, más se está aproximando a la muerte".

David J. Díaz.